Fernando López Anaya
A través de la historia encontramos personajes controvertidos, con grandes virtudes, pero también con sus sombras; donde no cabe duda, es que pocos personajes son los que le han dado rumbo a pueblos y naciones.
A través de la historia encontramos personajes controvertidos, con grandes virtudes, pero también con sus sombras; donde no cabe duda, es que pocos personajes son los que le han dado rumbo a pueblos y naciones.
Por ejemplo, José Stalin detonó en la Unión
Soviética un desarrollo industrial importante, tanto que gran parte de la
sociedad rusa elevó su calidad de vida y abandonó muchas de sus actividades del
campo para integrarse a labores industriales. No vamos a evadir las
sombras de lo que implica hablar de Stalin, de su autoritarismo y los crímenes
que opacan su figura. Pero es necesario resaltar que el líder marxista
y político ruso, integró en una visión de Estado lo que creía que era la síntesis
histórica de la organización de la sociedad, suponía que la expresión más
concreta de la “evolución” de las formas de gobierno se encontraba en el
gobierno que él mismo representaba.
Stalin tenía la obligación de pensar, idear y recrear una
súper estructura que diera soporte a la realidad social. El estadista ruso y
sus ministros actuaron con una lógica estructural amplia, que abarcara los
distintos espacios de la vida pública.
A diferencia de los grandes estadistas que dan rumbo a un
pueblo, en México tenemos políticos que no logran comunicar una propuesta
amplia y completa que dé respuesta a los principales problemas que padecemos,
se conforman con soluciones pequeñas, de corto plazo, opciones que se
convierten en un paliativo de cara a los grandes retos del país, y que además
responden a intereses de grupo, para muestra tenemos el siguiente escenario:
En días pasados, se manejó la posibilidad de un
gobierno de coalición de frente a las elecciones de 2012. Entre quienes emitieron
este discurso se encuentran: Marcelo Ebrard, Manlio Fabio Beltrones y Santiago
Creel, aspirantes a la Presidencia de la República por las principales fuerzas
políticas de nuestro país. Cabe mencionar que ninguno de los mencionados es el
que tiene más posibilidades de ser candidato de su partido, esto según encuestas
y sondeos de opinión más recientes, entre los que destaca la encuesta Mitofski de octubre.
Proponen un “avance” político, pues distintas
corrientes ideológicas y de pensamiento lograrán acuerdos con esta iniciativa. No
es claro si lo que se propone como consenso
es una negociación o un reparto proporcional del ejercicio del poder y de la
toma de decisiones. El énfasis de este anuncio está en el consenso, visión que
no favorece la comunicación de una idea clara del ejercicio responsable del
poder que el pueblo le delega al ejecutivo. El hecho descarta que alguno de los
actores de la propuesta encabece una sola visión de Estado.
Michel Foucault, respecto al énfasis que pone en lo
político decía, “lo que se ha construido históricamente,
se puede destruir políticamente”. Ante la incapacidad de proponer un rumbo claro, de
un plumazo destruyen logros históricos. Los políticos de hoy no consiguen integrar en una sola
visión la realidad de las cosas, y esto se refleja en la estructura de gobierno
que tenemos.
Para muestra, sufrimos un aparato gubernamental que lo podemos
comparar con un elefante, le cuesta dar respuesta ágil a necesidades concretas,
constatamos una falta de sentido de urgencia para mover al país hacia los cambios
que requiere, y crecer al ritmo de otras naciones similares a la nuestra.
Además, los políticos pueden ser excelentes técnicos de análisis de encuestas y
estadísticas, pero se nota la incapacidad para mirar los datos en perspectiva
mundial, para esclarecer oportunidades; así, tenemos quienes ven la relación
con EU más que como una ventaja, una amenaza a la “soberanía”, concepto que no
dice casi nada a los mexicanos que estamos sumergidos en el fenómeno de la
globalización. No se sabe mirar a donde hay crecimiento, no se aprende de otras
experiencias exitosas donde la relación Estado-mercado es competitiva, purificada
de ideologías que son parte del pasado.
México necesita un líder que sepa comunicar un proyecto
de nación, que sea capaz de idear y recrear una nueva realidad social, y que
logre consensos no sólo por negociación sino por su autoridad moral. Se
requiere al comunicador, ideólogo y político. Esta es una de las crisis más
severas en las que se encuentra sumergido nuestro país y que debemos resolver.
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