Manuel Gómez Granados
En la semana que concluyó, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de
la Federación, la máxima autoridad en su materia en México, revocó la
decisión que el Partido Acción Nacional había tomado para nombrar por
designación directa a sus candidatos a senadores, un total de 128; a los
candidatos a diputados federales en 123 de los 300 distritos en los que
está dividido el territorio nacional y a los 200 diputados que se
elijen por el principio de representación proporcional.
El Tribunal tomó esa decisión luego de recibir mil 400 quejas de
militantes de ese partido, quienes consideraban que se lesionaban sus
derechos para ser postulados a esos cargos de elección popular.
La decisión del Tribunal es muy positiva desde distintas perspectivas,
pues obliga a uno de los partidos políticos más importantes del país a
ser fiel a sus propias tradiciones para la selección de candidatos a
cargos de elección popular. El hecho de que el Tribunal haya fallado en
ese sentido, luego del alud de denuncias, deja ver que en el PAN, sin
importar los errores que se puedan cometer, hay una simiente democrática
viva, que rehúsa a someterse a los dictados de minorías y que le
apuesta al discurso pero, sobre todo, a las prácticas de la democracia.
Muchos ciudadanos aprendimos de democracia en ese partido por sus
prácticas y el testimonio de muchos de sus líderes. El PAN se jacta de
ser el partido de los ciudadanos libres y estábamos sorprendidos por la
decisión que había tomado.
La decisión del Tribunal electoral podría resumirse en la idea de que
la democracia necesita de demócratas; es decir, necesita de personas y
de instituciones que practiquen la democracia sin importar cuáles pueden
ser los riesgos que ello implique.
Ciertamente, la Comisión Nacional de Elecciones del PAN argumentó, para
tomar la decisión que el Tribunal, que existían problemas de
coordinación entre los distintos órganos involucrados en la selección de
los candidatos que ponían en riesgo la unidad del PAN de cara a las
elecciones de 2012 y es verdad, existen divisiones y enfrentamientos
inevitables en toda contienda. Sin embargo, como lo hizo el Tribunal, no
quedaba claro cuáles eran esos riesgos ni cuáles serían las ventajas de
un método de selección que está muy lejos de ser democrático.
Esto es importante porque, sea uno militante o no, sea uno simpatizante
de ese partido o no, es necesario reconocerle al PAN el hecho que fue,
durante muchos años, la única organización política efectivamente
democrática. A pesar de las dificultades, de la escasez de recursos o de
las distancias que tuvieran que cubrirse, los miembros del PAN, a
diferencia de los integrantes de otros partidos, seleccionaban
libremente a sus candidatos. Lo que es más, ser candidato del PAN en las
décadas difíciles, los cincuenta, sesenta o setenta, implicaba
sacrificios personales, dificultades, deudas e incluso, en algunos
casos, el acoso de las autoridades locales. Los testimonios abundan:
José González Torres, Luis H. Álvarez, Efraín González Morfín, Manuel
Clouthier, Carlos Castillo, etc.
Se era candidato a sabiendas de los problemas que ello entrañaba y por
eso, en la picaresca interna del partido en los cincuenta y sesenta, se
decía que los candidatos protestaban “ser candidato, sólo candidato y
nada más que candidato”, como reconocimiento de las dificultades que
enfrentarían en su aspiración de llegar al Congreso de la Unión.
La decisión del Trife obliga al PAN a ser congruente con su historia y
con su identidad como partido democrático. De manera más específica y
coyuntural, le da la razón a Josefina Vázquez Mota quien, a las pocas
horas de que se conoció la decisión de la Comisión Nacional de
Elecciones del PAN, expresó sus reservas acerca de la pertinencia de
adoptar una decisión de ese tipo.
Si algo le hace falta a la democracia mexicana son demócratas. Ya
tenemos reglas, tenemos instituciones, en algunos casos tenemos
tradiciones democráticas muy respetables. Lo que nos falta son personas
que, incluso cuando las cosas se ponen difíciles, actúen como demócratas
y con las reglas de la democracia que implican renunciar a la
violencia, física o verbal, y el compromiso para respetar a la mayoría y
los derechos de las minorías
El fallo del Trife no elimina los problemas que el PAN enfrentará en
las próximas semanas para decidir quiénes ocuparán las cerca de 2000
candidaturas, entre titulares y suplentes a cargos federales, estatales y
municipales, que están en juego para julio del próximo año, sino que lo
coloca en un reto enorme para que muestre su casta y su vocación
primigenia.
manuelggranados@gmail.com
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