Noviembre sirvió para dar los últimos toques al escenario de las elecciones del 2012. La izquierda logró un acuerdo que parece eliminar la desunión que existía. El Partido Revolucionario Institucional camina en la ruta de la restauración de las prácticas, las formas y las relaciones entre personas, que distinguieron a ese partido todavía a finales del siglo XX.
Esos dos partidos eligieron a sus candidatos a la
Presidencia con formas que apuestan a la uniformidad. Empero, sus métodos
parece que van a contrapelo de una época marcada por el debate, la
participación y la duda.
Del lado del PAN todavía hay muchas incertidumbres.
No se sabe quién será la o el candidato. Ni siquiera se sabe cómo se elegirá. A
Josefina Vázquez Mota, Santiago Creel y Ernesto Cordero, se sumó Javier Livas,
quien ya aspiró a ser candidato a presidente de la República del PAN en 1994.
En medio de esas incertidumbres, hay algo del PAN
que llama la atención: su esfuerzo por debatir, discutir y construir entre
todas las propuestas que este país necesita. No hay mesías, no hay ungida o
ungido. Lo que hay es duda, que es por su propia naturaleza, democrática. Ya lo
decía Pericles: “somos los únicos que consideramos, no hombre pacífico, sino
inútil, al que nada participa en la cosa pública, y además o nos formamos un
juicio propio o al menos estudiamos con exactitud los negocios públicos, no
considerando la discusión como un estorbo para la acción, sino como un paso
previo indispensable a cualquier acción sensata”.
La duda promueve la discusión y el debate; vacuna
contra el avasallamiento, que derrota al adversario y anula las diferencias por
medio de una unanimidad que siempre es forzada, falaz. La duda es un dique ante
el dogmatismo y el pensamiento único y hegemónico.
En ese contexto de incertidumbre, de duda fértil,
destacan las propuestas que, de manera humilde, inteligente y sensata, formula
Josefina Vázquez Mota.
Ella visitó, a finales de noviembre, dos puntos
fundamentales de la geografía nacional. Guadalajara y su Feria Internacional
del Libro. Más tarde, el punto más sensible del alma nacional, donde inicia y
termina el dolor de México: Ciudad Juárez. Además de presentar su libro Nuestra
oportunidad, un México para todos, formuló dos propuestas clave para el futuro
de México:
En Guadalajara, se refirió a la necesidad de
eliminar el fuero de los legisladores como condición para avanzar en la
construcción de la democracia verdadera. Esa propuesta, por sí misma, la
distingue del resto de los candidatos y precandidatos a la Presidencia. Hay
quienes están contra la reelección y desean mantener el fuero. Hay quienes
quieren mantener el fuero y agregar la reelección y hay a quienes estos temas
no les interesan.
El fuero absoluto explica muchos de los problemas
que México padece en materia de corrupción. El fuero, que llegó a cumplir una
función importante, hoy es un obstáculo para el desarrollo democrático. Motiva
muchas de las críticas más duras a los legisladores y genera la desconfianza
con la que los mexicanos ven a los políticos.
El fuero hace que ser legislador equivalga a tener
privilegios y condiciones de excepción, como si hubiese mexicanos de primera,
de segunda; es la razón por la que muchos se oponen a una medida sensata y
necesaria como la reelección de los legisladores y otros funcionarios.
Esto es más importante en la medida que México no
mejora, como señala el Índice de percepción de la corrupción 2011 que publicó,
el 30 de noviembre, Transparencia Internacional
(http://cpi.transparency.org/cpi2011/).
México tiene un lamentable índice de 3 (donde cero
es la mayor corrupción posible y 10 la menor). Este valor nos hace ser el lugar
número 20 de 32 en América; el número 12 de 21 naciones de América Latina; el
último de las 34 naciones que integran la OCDE y el lugar 100 de 183 naciones a
escala global. Quitar el fuero o limitarlo, enviaría una señal concreta de que
se acabará con las causas estructurales de la corrupción.
En Ciudad Juárez, Josefina se refirió a la
estrategia de combate al crimen y habló de la necesidad de mejorar el desempeño
de las autoridades de la procuración y administración de justicia y de ser más
eficaces para “seguir la ruta del dinero”, para golpear las “ganancias del
narco” y reducir “los espacios de impunidad”.
Ambas propuestas dejan ver la sensibilidad de una
mujer que ama a México y que llega a la política con una perspectiva distinta,
más humana y sensata, que no le apuesta a las opciones de relumbrón ni
demagogia, sino que busca cambios concretos en temas clave, que sirvan para
mejorar muchos procesos democráticos de un México posible.
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