El primero de julio, los mexicanos
tomaremos una de las decisiones que constituyen la democracia: elegiremos a
nuestros gobernantes y representantes en las Cámaras del Congreso. Estamos en
la gran aventura de pensar por qué y por quién votar.
Tendremos la
oportunidad de elegir para Presidenta a una mujer que se ha distinguido por su
inteligencia, honradez y un trabajo serio y profesional en todas las responsabilidades
que le han sido encomendadas. Sólo la ceguera puede desestimar el trabajo que
Josefina Vázquez Mota ha realizado como persona y como política.
En Sedesol, mucho
tuvo que cambiar en la estructura y las reglas de operación del antiguo
Pronasol para convertirlo en Oportunidades: un programa que dirige los recursos
del gobierno federal al combate a la pobreza en todos los estados y municipios
del país, sin importar quién sea el gobernador o el alcalde. Esto fue posible
porque ella se aventuró a pensar “diferente”.
Josefina entendió
que la transición a la democracia exigía una transformación radical de muchos
programas: integró equipos plurales, interdisciplinares y representativos del
mosaico ideológico de México. Recurrió a técnicos y especialistas, como Miguel
Székely, quien es, sin duda, la autoridad más reconocida en materia de estudios
de desigualdad y de combate eficaz a la pobreza.
Los programas que
eran eminentemente asistencialistas fueron transformados: enfoque de desarrollo
humano integral, evaluaciones del impacto social y análisis de riesgos en la
aplicación de estos recursos públicos. Muchos representantes de organizaciones
de la sociedad civil constatamos la transformación de esos programas, su
despolitización y que dejaran de ser clientelares.
Como secretaria de
Educación Pública no “nadó de muertito”, sino que propuso cambios
estructurales, como la evaluación de maestros y el incremento de becas en todos
los niveles, a pesar de ataques y amenazas. Como coordinadora de la bancada del
PAN, demostró su capacidad para dialogar y lograr acuerdos como el incremento
histórico en el presupuesto para educación y seguro popular, incluso sin
mayoría en el Congreso.
En el origen de su
candidatura a la Presidencia, Josefina asumió el compromiso de una elección
interna. Recibió críticas y respondió a ellas sin insultos ni descalificaciones
ni golpes bajos. Por el contrario, argumentó, dialogó y convenció a sus pares
que, de manera abrumadora, la eligieron.En muchos sentidos, los ciudadanos mexicanos no somos tomados en cuenta ni escuchados por las autoridades. Pero, como decía Ortega y Gasset: “el buen político ve siempre los problemas de Estado en función de los nacionales. El Estado es sólo un instrumento para la vida del pueblo, por tanto es perfecto cuando disminuyendo él, contribuye a mejorar el bienestar de los ciudadanos. Lo contrario sería el andamio que se hace inquilino y propietario de la casa o el esqueleto que se come la carne en derredor”.
Josefina es diferente porque entiende que la política no es privilegio ni rencor ni hacer trabajo sucio para grupos que quieren conservar u obtener privilegios. Para ella, la política es servicio, diálogo, construcción de acuerdos, trabajo en equipo, participación, prevención y planes de largo alcance. Quiere ser Presidenta para servir a los mexicanos y devolver el poder a la ciudadanía, pues está convencida de la libertad y quiere gobernar con los ciudadanos.
*Analista
manuelggranados@gmail.comEnlace: http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&seccion=opinion&cat=11&id_nota=826336
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