Fernando López Anaya.
En
la aprobación del Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2012, el
rubro destinado a la cultura fue calificado como “histórico” por la Dip. Kenia
López. El monto destinado fue de 16 mil 663 millones de pesos. El presupuesto
se incrementó 3 mil 841.6 millones de pesos respecto del Proyecto de
Presupuesto de Egresos de la Federación presentado por el Ejecutivo, en el que
solicitó 12 mil 821.6 millones de pesos.
A
simple vista esto puede representar para muchos un avance en la difusión de
expresiones culturales, pero debemos considerar una serie de condiciones que
nos hacen ver que la cuestión de la cultura en nuestro país tiene un problema
de fondo y estructural.
Los
proyectos culturales no son considerados como parte medular del desarrollo de
comunidades y pueblos. Basta con advertir que el entorno que valida y justifica
la existencia de ciertas metodologías de organización comunitaria es el que
produce y ofrece resultados, es decir, aquellos efectos que son vistos como
concretos, tangibles y medibles. La realidad de muchas opciones de desarrollo
comunitario local se estima y evalúa desde la utilidad de un producto.
En ciertos ámbitos, la razón por la que no se tiene propósito alguno de
estudiar demandas culturales regionales, es porque estas no ofrecen un
resultado donde los procesos de evaluación tengan parámetros de medición
generalmente aceptados entre los técnicos de discursos especializados. Además,
en muchos casos, la motivación utilitarista que da origen a una gran mayoría de
proyectos comunitarios, reduce las iniciativas locales a circunscripciones de
metas de corto plazo. La consecuencia de este escenario es el poco o nulo
interés por profundizar en el sentido pleno de ciertos proyectos culturales
locales y regionales.
Si se analizan a detalle algunos proyectos que se traducen en recuperación y
recopilación de manifestaciones culturales autóctonas, la mirada crítica de
muchos que tienen la función técnica de ser dictaminadores, puede cambiar. La
perspectiva de una visión de conjunto de ciertos cambios sociales se
reestructura si consideramos que muchas iniciativas inciden, entre otros
aspectos, en nuevas formas de expresión dentro del lenguaje que la sociedad
utiliza.
Cuando se impulsan expresiones artísticas regionales y nuevas manifestaciones
locales, se facilita la transmisión de ideas, valores y deseos de una sociedad,
fenómeno que se puede constatar en el enriquecimiento del uso del lenguaje a
través de nuevas acepciones y regionalismos. El lenguaje se modifica, cambia,
pues, como señaló Ludwig Wittgenstein, tiene una función descriptiva frente al
mundo, ubicándolo en los límites del mismo, así es como el hombre, por medio
del lenguaje, representa y crea una imagen de lo que le rodea. La importancia
de estos proyectos que demandan una manifestación cultural, ya sea ancestral,
urbana, contemporánea... radica en que estos involucran la configuración
creativa de la identidad local y regional de las comunidades.
Finalmente,
no podemos aceptar que una comunidad va a tener opciones de progreso y
prosperidad si el enfoque de políticas públicas potencializa, principalmente,
su crecimiento económico, pues antes de aspirar a tener más, se encuentra la
motivación fundamental de ser alguien, detrás de cada proyecto cultural existe
una idea del ser humano.
Un
ejemplo de comunidades que buscan su identidad local, es el proyecto del Faro
de Oriente que impulsa la Secretaría de Cultura de Distrito Federal al oriente
de la Ciudad de México. Representa una propuesta alternativa de intervención
cultural. Su objetivo es brindar una oferta de promoción cultural y formación
en disciplinas artísticas y artesanales a una población marginada física,
económica y simbólicamente de los circuitos culturales convencionales.
Tal
parece que no somos conscientes de que el destino de la gestión de proyectos de
desarrollo comunitario que privilegian dimensiones técnicas y rentables, tiene
un impacto de desmembramiento del capital social y la mutilación de habilidades
creativas. Si insistimos en incrementar bienes y servicios a costa de
incentivar, motivar y a acompañar a las comunidades en iniciativas propias de
sus culturas, los mismos proyectos de crecimiento económico perderán el origen
de su creatividad, su motivación más profunda y su propósito final. Estamos
haciendo mal y al revés muchos procesos de desarrollo comunitario.
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