En un artículo anterior, mencioné que, muchas veces, la actitud de seguir al pie de la letra ciertos manuales que dan recetas, fórmulas y pasos mecánicos, pueden matar la creatividad de las personas, pues no incentivan el espíritu de investigación, de reflexión y de experimentación personal.
También es cierto que los
manuales son necesarios y en ocasiones indispensables para enseñar los pasos de
una operación “manual”, sobre todo aquéllas que requieren más de la práctica
que de la reflexión.
Por eso, ciertas organizaciones
de la sociedad civil, con mucho tino, elaboran manuales en los que documentan
su experiencia y muestran las bondades de una determinada técnica para que
otros las aprendan y las puedan poner en práctica.
Tal es el caso, por ejemplo,
de la producción de hortalizas y hongos comestibles a pequeña escala para
solucionar casi de inmediato la pobreza alimentaria de varias familias.
Esta experiencia, de producción
de alimentos a pequeña escala, se tiene que multiplicar y perfeccionar, pues
mientras padecemos a nivel mundial una crisis alimentaria, muchas
organizaciones de la sociedad civil ya están ayudando a que la gente que padece
hambre produzca de manera sencilla sus alimentos.
Según el índice FAO, Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura, en 2008 los precios de los
alimentos alcanzaron su nivel más alto en casi 30 años. En conjugación con la
desaceleración económica, esta situación ha llevado a más de 100 millones de
personas en el mundo a padecer hambre crónica. La FAO también señaló que en
octubre de 2011 los precios descendieron a su nivel más bajo en los últimos
once meses. Sin embargo, en general los precios permanecen más altos que el año
pasado y existen datos de que los alimentos, sobre todo los básicos, subirán de
precio, sea por cosechas que se perdieron, sea por los combustibles que
provienen de granos, sea por especulación.
Organizaciones de la sociedad
civil actúan de manera proactiva enseñando técnicas sencillas de producción de
alimentos. Y además, documentan y sistematizan procesos de producción ya
probados, el grueso de la población accede a esos manuales para eficientar su producción,
ya sea para hacer ropa, zapatos, cultivar alimentos, elaborar conservas o abono
orgánico.
Si las organizaciones de la
sociedad civil no existieran, tendríamos que inventarlas, pues son un acicate
para la creatividad y la innovación desde la lógica de la solidaridad, la ayuda
mutua y la subsidiaridad. Por eso, pueden responder a necesidades reales con
respuestas concretas y eficaces.
Mi crítica a los manuales se
ubica en un contexto diferente, es decir, es una crítica a la demagogia que
impide pensar y asumir la responsabilidad de nuestra propia vida. Ese es el
caso de ciertos manuales que ofrecen, y hasta prometen, que en 5 pasos se puede
ser feliz o uno puede dejar adicciones o aprender a orar…la vida del ser humano
es más compleja y supone siempre el uso de la inteligencia y la libertad. Por eso, los manuales demagógicos no
deberíamos asumirlos acríticamente, en cambio los que enseñan técnicas y
procesos prácticos, sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario