Manuel Gómez Granados
En México vivimos 117.3 millones de personas, de las cuales
53.3 se encuentran en pobreza y de estas, al menos 7.4 millones de mexicanos
padecen pobreza extrema y hambre en más
de 400 municipios del país
Esa situación es una injusticia que clama al cielo y acusa el
escaso nivel de solidaridad que existe. Recientemente, el rector de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro Robles, señaló que
pobreza y desigualdad no son un problema nuevo, sino que existen hace mucho
tiempo en el país y conviene reconocer el hecho para desideologizarlo,
despolitizarlo y enfrentarlo. Es un problema grave, histórico y estructural,
pero que tiene solución (http://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2013_463.html).
Por su parte, la Secretaria de Desarrollo Social, Rosario
Robles, expresó que la pobreza nos avergüenza ante el mundo, ya que evidencia
que seguimos siendo un país de pobres sin que haya habido cambios estructurales
que permitan superarla.
El problema es tan grave que cada día mueren 23 mexicanos a
causa del hambre, según la encuesta nacional de Salud y Nutrición 2012 de la
Secretaría de Salud. Por eso, es necesaria y oportuna la Cruzada Nacional
Contra el Hambre, a condición de que no se quede en lo asistencial.
En el estado de Morelos, con 1 millón 781 mil habitantes, 22%
de la población, 780 mil personas, son pobres y 125,229 se encuentran en
extrema pobreza, De sus 33 municipios, sólo Cuernavaca, con 8055 personas,
participa de La Cruzada.
Sorprende gratamente el propósito de Valeri García Rivera, coordinadora
estatal de la Cruzada en Morelos, quien asegura como Lao Tse “si das pescado a
un hombre hambriento lo nutrirás durante un día. Si le enseñas a pescar, lo
nutrirás toda su vida”. Por eso, en Morelos buscan ir más allá de los lugares
comunes. Gracias a la coordinación de las diferentes asociaciones civiles y
Cámaras de Comercio en el Estado que se han involucrado para apoyar la estrategia Nacional de la Cruzada Contra
el Hambre, se ha construido un modelo innovador y sustentable de Comedores
Comunitarios, que podrían multiplicarse a nivel nacional.
Además, desarrollan mecanismos para incorporar y mantener la asistencia a la
escuela en niños de 3 a 15 años; también
para incrementar la población de 16 a 20 años con secundaria completa, y que
los mayores a 21 años tenga primaria completa. Asimismo, han incorporado
servicios médicos de alguna institución a toda esa población, y han tenido
cuidado de que la población de 65 años y más reciba beneficios de algún
programa de pensiones.
Combatir el hambre conlleva también a elevar la calidad de
las viviendas para que tengan pisos, techos y muros firmes; ayudar a que en las
viviendas con hacinamiento se construyan cuartos adicionales; que las viviendas
tengan energía eléctrica, agua entubada, drenaje; y asegurar que el desagüe no
vaya a dar a un río, lago, barranca o
grieta.
Con el ánimo de ir por más, se realizan acciones que buscan
cubrir metas y superar el logro de objetivos. Se ha cuidado la formación,
capacitación teórica y práctica en los 180 Comités Comunitarios en las distintas zonas de Cuernavaca, Morelos, para
que en cada colonia se pueda desarrollar un plan de desarrollo comunitario, y
de esta manera puedan atenderse las necesidades que por tantos años ha padecido
la ciudadanía.
Valeri García está convencida de que los programas
asistenciales son necesarios pero no son suficientes, por eso trabaja en
programas que ayuden a que los pobres, mediante formación y capacitación, sean
más productivos, cambien su mentalidad de resignación por una emprendedora y de
progreso, y aprendan “algo práctico” que les permita obtener un empleo,
producir alimentos y artesanías, ganarse dignamente el pan de cada día.
Con el diálogo permanente para superar diferencias de
criterio y el trabajo coordinado de todos, buscan la manera de poner en obra
programas que contribuyan al aumento de la producción para el autoconsumo;
ahorro en la adquisición de alimentos; donación de alimentos y acceso a una
mayor variedad de nutrientes; capacitación a los avecinados en las localidades
pertenecientes a la Cruzada para que aprendan un arte u oficio; e impulso a la
creación de huertos y granjas de traspatio y producción de hongos comestibles.
Esta experiencia muestra que es posible, ante la pobreza y el
hambre, construir acuerdos para buscar soluciones que ayuden a superar la
pobreza. Con acciones como estas, se atienden las consecuencias de la pobreza y
se dan pasos muy importantes para comenzar a atender las causas estructurales
de la pobreza. ¡Ojalá que esta experiencia se multiplique!
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