Manuel Gómez Granados.
Las últimas tres semanas han
sido de violencia, agitación y encono en Venezuela. No es la primera vez que
ocurre, pero es la primera vez en muchos años, casi 15, que un movimiento
opositor es capaz de poner en evidencia los abusos y excesos del gobierno nacional.
¿Qué sucedió? Es difícil
encontrar una causa única del conflicto, pero una pista de los orígenes se
puede encontrar en que mientras las autoridades venezolanas reconocieron una
inflación, de por sí muy alta, de 56 por ciento en 2013, las estimaciones no
oficiales fijan la inflación en 330 por ciento. Ello explica que 2013 marcara
un momento de cambio radical en la percepción de las condiciones de vida.
Todavía en 2012, de acuerdo a Gallup, sólo 22 por ciento creía que la situación
de Venezuela en el próximo año empeoraría. En 2013, la cifra fue de 62 por
ciento.
La respuesta de Venezuela a
estos problemas fue típica de los regímenes autoritarios: inventar culpables,
la inevitable conspiración, combinada con políticas que han probado su
ineficacia antes. Nicolás Maduro, además de la conspiración “del Imperio”,
recurrió al ineficaz control de precios y al control de cambios, que lejos de
atacar las causas de las presiones contra el bolívar, las empeoró; casi de la
misma manera en que las constantes intervenciones del chavismo en la economía,
lejos de mejorar la vida de los más pobres, la empeoraron. El manejo de la
economía es tan ineficaz que una de las más recientes expropiaciones del
régimen de Maduro fue la de la empresa Manufacturas de Papel, dedicada a
fabricar papel sanitario, servilletas y pañales desechables.
Nicolás
Maduro aceptó en febrero de 2013 una devaluación del bolívar de 44 por ciento,
por lo que la cotización pasó de 4.3, a los 6.3 bolívares por dólar. El
problema, es que estas cotizaciones oficiales en contextos de crisis son
irreales, incluso en Cuba. La respuesta que se ha dado en América Latina a este
tipo de situaciones en los últimos 60 años es casi siempre la misma: negar la
realidad, perder reservas en el banco central y cuando no es posible perder más
reservas, crear una serie de mercados paralelos. En Venezuela, el primero de
estos mercados paralelos es el Sicad FX, que permite comprar dólares a 11.36
bolívares por dólar, casi el doble del valor oficial. El problema de Sicad FX
es que, de todas maneras, enfrenta el problema de los plazos, por lo que si
alguien necesita comprar dólares con relativa urgencia, debe ir al mercado
paralelo, donde la moneda de EU se cotizaba, en diciembre de 2013, en más de 70
bolívares por dólar.
Tampoco puede perderse de vista
que en Venezuela, durante el régimen chavista, las antiguas fuerzas armadas
venezolanas fueron sustituidas por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, con
113 mil 560 personas. De ese total de efectivos, hay una cifra desproporcionada
de generales, mil 875, que en su mayoría ocupan cargos en la administración
pública, por lo que resulta difícil creer que pudiera haber el riesgo de un
golpe de Estado, cuando la cúpula militar se ha beneficiado con tantos cargos.
Al mismo tiempo se creó una
suerte de apéndice, más radical, más ideologizado, pero sin los controles que
las fuerzas armadas regulares tienen. Es la llamada Guardia Nacional
Bolivariana, en la que están enlistadas 438 mil personas y que ha sido la responsable
de las mayores atrocidades contra los estudiantes y representantes de distintos
medios de comunicación, como la fotógrafa italiana Francesca Commissari, una
mujer que está muy lejos de ser “emisaria del Imperio”, pues vive en Venezuela
desde 2008, y en 2012 participó en la última campaña electoral de Hugo Chávez
como modelo en un afiche en el que, además de su nombre, aparecía su
nacionalidad, su oficio como fotógrafa y el mensaje: “Si yo fuese venezolana,
votaría por Chávez”.
Los expresidentes de Costa
Rica, Chile, Brasil y Perú Óscar Arias, Ricardo Lagos, Fernando Henrique
Cardoso y Alejandro Toledo publicaron el jueves 6 de marzo un llamado al
gobierno al diálogo y a contribuir a crear sin demora condiciones propicias
para un debate constructivo, que implica el cese inmediato de la persecución de
los estudiantes y líderes de la oposición y la liberación de Leopoldo López y
todos los detenidos por razones políticas (se puede consultar en http://thedialogue.org/page.cfm?pageID=32&pubID=3535).
Venezuela enfrenta ahora,
además de una volátil situación económica, escasez de alimentos, desabasto de
medicamentos, empobrecimiento de la población, debilitamiento del poder
adquisitivo de la población. Los nubarrones en el horizonte no son nada
halagüeños y cuando no hay diálogo habla
la violencia.
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