Fuente: El Universal
José Graziano, director general de la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), es claro al
afirmar que México si puede erradicar el hambre, siempre y cuando se deje atrás
la “mezquindad política” y la sociedad participe de manera más activa. En
entrevista con este diario aseguró que para abatir la violencia se debe tener
una sociedad mejor alimentada, porque “una sociedad con seguridad alimentaria
siempre es más pacífica”.
Al funcionario le parece que programas como Oportunidades sí
funcionan y cumplen con sus objetivos, aunque hay que considerar que ha remplazado
al trabajo como sistema de seguridad social, porque los niveles de empleo cada
vez son menores, tema en el que se debe trabajar.
Graziano sabe de lo que habla ya que trabajo en el gabinete
de Luiz Inácio Lula da Silva como ministro de seguridad alimentaria, y fue el
responsable de la aplicación del programa Fome Zero (Hambre Cero) de donde
obtuvo la experiencia de que ningún gobierno, por sí solo, puede abatir los
niveles de pobreza y hambre si no cuenta con el apoyo de la sociedad civil y de
los empresarios.
Es decir, abatir los rezagos sociales no depende sólo del
erario público, sino que implica armonizar toda una serie de estrategias
económica, comerciales y laborales, que generen riqueza y empleos, que es lo
que en realidad ayudará a revertir la pobreza desde su raíz. El asistencialismo
ayuda a mantener a flote a las familias, pero lo ideal es que toda la sociedad
esté comprometida a trabajar en favor de la justicia social que es más permanente.
El otro gran problema que percibe es el uso político de los
programas sociales, que son altamente atractivos para los partidos en todo el
mundo. De ahí que hable de mezquindad política por parte de quienes los
implementan o buscan coordinarlos. Cuando los intereses electorales se cruzan,
suele haber muchos problemas para que el fin último de los programas se cumpla.
Se necesita de mucha ética social y limpieza en la coordinación de programas,
para no hacer de sus beneficiarios carne de cañón político-electoral.
Por lo demás, México tiene todo para ser que la pobreza y el
hambre sean cosa del pasado, no sólo porque la FAO lo advierta, sino por las
potencialidades económicas del país, las cuales necesitan alinearse en favor de
los mexicanos más desposeídos.
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